Solo quería bailar, Greta García

La voz que no enmudece, la más sincera, es aquella que se lanza en el mismo abismo, en la caída. En la caída no hay nada que perder, nada que demostrar, pero sí una necesidad de poner las cosas en su sitio. Desde esa incómoda, pero, a la vez, cómoda distancia Greta García (Sevilla, 1992) sitúa a su personaje Pili, la protagonista de Solo quería bailar (Ed. Tránsito), una joven bailarina a la que la vida le ha llevado a tomar una serie de decisiones que han terminado llevándola a prisión.

La protagonista se presenta ya así, es prisión y víctima de una situación disparatada: se ha introducido un cepillo de dientes en el culo y este ahora no quiere salir. De este hecho anecdótico unido a la voz de la protagonista (el libro emplea el andaluz coloquial, andalú o andalusí sí se desea) se desprende una gran comicidad, un desparpajo que, tal vez, al lector distraído puede ocultar un verdadero grito reivindicativo, toda la rabia, toda la crítica social que Pili siente. Porque Pili ya ha tragado mucho y está dispuesta a contarnos su historia sin pelos en la lengua: antes porque no rechistaba por na, pero ahora al que me toque sin permiso le corto el nabo. Si hubiese tenío el coraje cuando me tocaba tenerlo, ahora tendría un mural de pollas clavás como Cristo.

Y es que ese ha sido siempre el problema de Pili, que se ha dejado hacer, arrastrar, si no por los chicos con los que salía, era por su padre, demasiado autoritario, o por su madre, a la sombra del padre y preocupada por el qué dirán, pero Pili va dando sus golpes en la mesa, quiere dedicarse a su verdadera pasión, el baile, lo que supondrá el exilio de su casa y tener que ir sobreviviendo, esperando esa ansiada oportunidad de triunfar, oportunidad que al final llega pero un accidente lo trunca. En ese momento ya vislumbramos la desesperación, el despertar de la fiera, una fiera que había permanecido en letargo y que, al pedir una ayuda a la seguridad social, al enfrentarse a ese mundo de burocracia fría hará que Pili pase a la acción, pero los resultados tampoco serán los esperados. De nuevo la mala suerte, de nuevo la humillación y ya allí, desde la cárcel, comenzará el monólogo de Pili que ha decidido tomar los mandos, dejar que las palabras fluyan, no guardarse nada para dentro y salir a matar porque ya lo ha perdido todo, no tiene nada que perder, todos la han abandonado: a las que fueron mis amigas ya las he olvidao. ¿Pa qué vale una amiga que no te acepta en la oscuridad? Eso creo que lo decía Kurt Cobain, pobre diablo.

Esta novela me ha gustado por muchos motivos; el primero de todos el más evidente, creo: el humor y la frescura que tiene, el tono jocoso de la protagonista que ha aceptado su mala suerte, que nos cuenta su historia con esa gracia y desparpajo que nos puede recordar a la voz de ese amigo o amiga que siempre se toma las cosas con humor y nos hace reír. Por otro lado, me ha gustado por la ternura y tristeza que también encarna la protagonista. En su voz hay un grito contra la sociedad, contra el sistema que hemos creado en el ámbito de la familia, las amistades, el amor y la propia sociedad con sus hipocresías, sus normas contradictorias y poco eficientes. No es difícil verse reflejado en Pili, tal vez no en su pellejo, pero sí como parte de ese mundo que compartimos y en el que a veces queremos hacer las cosas bien, pero vamos dando palos de ciego, somos golpeados, pisoteados cuando en realidad solo buscamos ser felices, hacer lo que nos gusta, labrarnos un futuro y echar raíces, en definitiva, cuando no buscamos hacer ningún daño, cuando tan solo queremos olvidarnos de todo y salir a bailar.

Datos del libro:

Título: Solo quería bailar.

Autora: Greta García

Editorial: Tránsito

Páginas: 193

Año de publicación:2023
 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Knockemstiff, Donald Ray Pollock

Diario del ladrón, Jean Genet