Knockemstiff, Donald Ray Pollock

Conocí a Donald Ray Pollock “in media res”, y lo digo en el sentido en el que conocí a Pollock con el que es, hasta la fecha, su segundo libro (de tres) publicado El diablo a todas horas. Fue una novela que literalmente me bebí por el magnetismo, el ritmo y, sobre todo, la construcción de sus personajes. Unos personajes empujados al abismo, en caída constante hacia el lado del mal y sin ánimo ni atisbo de redención posible. También me enganchó la voz narrativa de Pollock, ágil, poética a veces, dura también, sin olvidar la tensión y la ironía que esconden algunos de sus pasajes. Salí convencido de que Pollock es un autor que sabe retratar la maldad y la violencia sin caer en el error de la condescendencia ni de la enseñanza moral, tan solo nos muestra a los personajes en el momento en que sus vidas ya han dado un giro a la perdición y nos coloca en esa posición incómoda en la que tan solo podemos contemplar su caída. Con su segunda novela, y último libro publicado, El banquete celestial volví a encontrar los mismos temas de antes, pero sin llevarme la sensación de repetición, de leer algo que ya había leído, pero sí que saqué una idea en común: en sus novelas, los personajes están condenados al fracaso sea cual sea su intención, desde los puramente malvados hasta los más honestos y bondadosos, nadie está libre de caer o de provocar la caída de otro. La violencia y la maldad es el sino de los seres que habitan sus obras.

Pero vamos a no irnos por las ramas, yo hoy he venido a hablar de Knockemstiff el que fue su primer libro y el último que he leído. Todo lo que venía diciendo de Pollock podemos encontrarlo en este libro de relatos cuyo título hace referencia a su pueblo natal, Knockemstiff, situado en el sur de Ohio. Vemos el embrión de muchos de los personajes que luego aparecerán en sus novelas. Por lo general, los dieciocho relatos que componen el libro son historias independientes, todas comparten el mismo escenario, esa pequeña población situada en una hondonada donde apenas hay futuro, donde la tecnología y el progreso parecen no llegar nunca. Para muchos el único sustento es trabajar en la fábrica de papel del pueblo, una fábrica que a veces torna el aire fétido e irrespirable y que el propio autor conoce muy bien pues estuvo trabajando en ella durante más de treinta años. La situación por la que atraviesan muchos de sus personajes invita al robo, al tráfico de drogas e incluso al crimen. No hay intención de escapar, de buscar otras vidas. Cómo ya adelantábamos, los personajes inician su caída en el momento de activarse su trama y ya no hay vuelta a atrás. Podemos apreciarlo en algunas frases del libro: mi padre me enseño a hacer daño a la gente una noche de agosto en el autocine Torch (La vida real); Daniel intentó reírse, pero era algo que siempre le había costado mucho. Nunca había tenido nada que celebrar, ni una sola vez en la vida (El destino del pelo).

Según el autor, el pueblo real de Knockemstiff nada tiene que ver con el descrito en el libro, pero eso no impide esbozar las vidas de unos personajes que ignoran el famoso sueño americano, al menos en literatura nunca ha interesado, más bien lo que hay al otro lado. Y Donald Ray Pollock es un maestro en mostrarnos esa cara oculta, y mostrarlo con elegancia, es decir, sin caer en lo morboso o, como ya decíamos, en transmitirnos una lección moral que tan cara ha sido en algunos pasajes de la literatura.

Datos técnicos del libro:

Título: Knockemstiff

Autor: Donald Ray Pollock

Editorial: Penguin Random House

Páginas: 222

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